What potions have I drunk of Siren tears escribía Shakespeare en su soneto 119. Quién le diría que siglos después, en un gesto de injusticia poética, los mares se convertirían en la poción corrompida.
Los pélets, también conocidos como granza de plástico o lágrimas de sirena ―o nurdles en inglés― son una cuestión de primer nivel: “las pérdidas de granza de plástico en el medio ambiente son la tercera fuente de liberación no intencionada de microplásticos”, menciona la nueva propuesta de la comisión europea para reducir la contaminación por microplásticos. Más allá de los pélets ―un residuo especialmente complejo de eliminar de las costas por ser bolas de unos 5mm de diámetro― el informe europeo menciona otras fuentes de contaminación, desde neumáticos a geotextiles.
“Ocho millones de toneladas de basura al año llegan a los mares y océanos (equivalente al peso de 800 Torre Eiffel, para cubrir 34 veces la isla de Manhattan o el peso de 14.285 aviones Airbus A380)”. Con tal contundencia se muestran las primeras líneas de un informe de Greenpeace sobre plásticos en los océanos.
La catástrofe ambiental producida el pasado ocho de diciembre con el vertido de pélets a 80 kilómetros de la costa portuguesa vuelve a poner de relieve la problemática con nuestros mares. El buque Toconao perdió diversos contenedores. Uno de ellos llevaba 1050 sacos de pélets, en total, más de 26 toneladas de microplásticos.
Los voluntarios claman por la profesionalización de la limpieza
“Nosotros nos enteramos de los primeros sacos de pélets que llegaron, que fue el 13 de diciembre en el Concello de Ribeira”, explica Maria Sieira. Es una de las fundadoras de Noia Limpa, la pequeña organización que ha saltado a la palestra mediática por difundir el suceso con el apoyo de influencers gallegos. “A los días nos llega a través de un compañero que se mueve en el mundo del surf que en la playa Das Furnas se habían visto grandes cantidades de bolitas blancas. Al acercarse una compañera y ver la situación, todo lleno de plásticos de un saco que había roto contra las rocas, empezamos a denunciar en redes”.
Con el horizonte de las elecciones autonómicas gallegas y el trauma colectivo de un nunca máis que asoma como un outra vez, la co-fundadora de Noia Limpa pide implementar acciones eficaces: “no estamos organizados, nos auto-organizamos, lo cual es una complejidad. Habría que buscar un sistema para coordinar a los voluntarios y, por ejemplo, no nos habría pasado como hoy, que hemos retirado 200 gramos de pélets de una playa y quizás habríamos sido más útiles en otra”. Ese sistema de organización pasa por las autoridades, y es que el clamo de los voluntarios va en la línea de la “profesionalización de la limpieza”, explica Sieira: “las limpiezas además deben ser respetuosas con el medio ambiente, es una tarea complicada, porque meter maquinaria pesada puede hacer daño a los arenales, es muy manual y conlleva más tiempo”, relata sobre los mecanismos de recogida.
“En Galicia estamos justo enfrente de una ruta marítima muy importante de transporte de contenedores, por aquí pasan muchos de los que van para el norte de Europa. Podríamos decir que estamos un poco a expensas de lo que pueda pasar”, comenta María. Precisamente por ello valora como necesarias medidas como la propuesta de la Comisión Europea para que los microplásticos viajen de una manera más segura y evitar la exposición a que materiales de este tipo caigan de la cubierta a los océanos.
Pélets dispersados ante la inacción administrativa
Según afirma una fuente del Ministerio de Economía y del Mar de Portugal a Agencia EFE, el mismo 8 de diciembre se informó a las autoridades españolas de que el buque Toconao había perdido parte de su carga. La Delegación del Gobierno en Galicia asevera en un comunicado que el 13 de diciembre se producen las primeras llegadas de pélets a las costas y que “la primera alerta que recibe el Gobierno llega a través de la Xunta, en concreto de los servicios del 112 de Galicia”.
La catástrofe medioambiental se ha convertido en arma arrojadiza en medio de la campaña electoral autonómica. La Xunta de Galicia, presidida por Alfonso Rueda, del Partido Popular, señala que “el Gobierno estatal demoró la comunicación oficial a la Xunta”, contraponiendo así la versión de la Delegación del Gobierno y afirmando que esa comunicación no se produjo hasta el tres de enero. Desde el gobierno central mantienen que se dio el aviso a la Xunta el 20 de diciembre, y que, para recibir apoyo de medios estatales en la limpieza en costa, las autoridades autonómicas deben elevar el nivel de alerta a N2 y solicitarlo expresamente, alerta que la Xunta no intensificó de nivel hasta el nueve de enero ―incluso Asturias, habiendo sido afectado, pero sin ser el epicentro, la activó antes―. La falta de reacción eficaz ha llevado a que los pélets se hayan dispersado, “muchos ya no estarán ni en el saco, así que habrá que sacarlos sueltos en tierra y si hay que estar meses, pues estar meses”, dice la miembro de Noia Limpa.
Prestige, un espectro con nombre propio
El vertido de pélets resurge un fantasma que habita en las costas gallegas y en el imaginario de la población. En noviembre del 2002 se producía uno de los mayores ecocidios jamás registrados: 77000 toneladas de petróleo brotaban del accidentado Prestige. Más de veinte años después, pese a haber sentencia del Tribunal Supremo que dictamina una indemnización de más de 1500 millones de euros, aseguradora y empresa del buque siguen recurriendo en un litigio que parece ser eterno. A la vez que regresan los tenebrosos espectros del Prestige, se despierta el espíritu del “Nunca Máis”. Hace dos décadas más de 65000 voluntarios fueron la mano de obra que se volcó en la retirada del chapapote que dejó el barco petrolero. La nefasta y polémica gestión que se hizo desde la administración perdura en las memorias hoy día: “del Prestige salen como unos hilitos de plastilina”, decía el entonces portavoz del Gobierno Aznar, Mariano Rajoy.
La sociedad civil se movilizó: cofradías de pescadores, mariscadoras, entidades ecologistas, sindicatos, movimientos políticos y todo un grueso de organizaciones de base se reunieron en la sede del Bloque Nacionalista Gallego en Santiago y acordaron hacer una manifestación que, con el paso del tiempo, se convertiría en un efecto mariposa de acción colectiva. Así a principios de siglo se configuraría un movimiento social pionero y con gran carga simbólica para lo que hoy en día conocemos como justicia climática.
Con el peso que supone que la batalla judicial por el cobro de las indemnizaciones del caso Prestige siga abierta, la presión por que el caso Toconao no quede eximido de responsabilidades aprieta y ahoga. De momento, para paliar la crisis a corto plazo, la naviera está asumiendo alguna parte de los costos de la limpieza: “están contratando gente local, muchos marineros, ya que todo esto produce también problemas como que las cofradías no puedan salir al mar, también mariscadoras”, explica Sieira. La Fiscalia de Medio Ambiente ha abierto diligencias por el caso.
Movilización social: la conciencia colectiva vuelve a las calles
Lo que en su día eran “hilitos de plastilina”, hoy son “bolitas”: el Comité Intercentros de la Corporación Radio e Televisión de Galicia (CRTVG) y el colectivo “Defende a Galega” han protestado por los “intereses electorales del PP de Alfonso Rueda para tapar la inacción y la pasividad de la Xunta” y como se intercede en la información de la corporación pública para, en el principio del suceso, minimizar la cuestión. Viviendo una historia casi cíclica, outra vez en Santiago se convocó una manifestación bajo el lema “en defensa de noso mar”, respaldada por cerca de 150 colectivos de distintos sectores y dónde se escuchó, de nuevo, nunca máis.
“Me siento orgullosa de que la gente se haya movilizado, organizado, y lo estemos recogiendo entre todos. Me siento muy orgullosa como gallega”, cuenta la activista ecologista. “Estamos recibiendo apoyo más allá de Galicia, gente que viene de fuera a colaborar o que envía recursos para ayudarnos”, añade resaltando la importancia de la solidaridad y el apoyo que están recibiendo. Esa presión social que se está ejerciendo para que se tome acción, se instauren políticas públicas y se asuman responsabilidades son las bases para gestionar los mares inundados de lágrimas de sirena.