Dubái, en los Emiratos Árabes Unidos, acogió los trabajos de la COP 28, la edición de 2023 de la Conferencia de las Partes de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.
Del 30 de noviembre al 12 de diciembre de 2023, la Ciudad Expo acogió a representantes de 197 países, más la Unión Europea con sus 27 estados miembros, como parte de la Convención Marco de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) sobre el Cambio Climático. Ochenta mil participantes.
Fue una oportunidad para el debate internacional sobre cuestiones de sostenibilidad, para la consecución de los objetivos climáticos establecidos en el Acuerdo de París de 2015 que todos los países de la UE han ratificado, principalmente mantener la temperatura mundial dentro de 1,5 grados.
La primera cumbre para debatir sobre la salud de la Tierra tuvo lugar en 1992 en Río de Janeiro con el objetivo de empezar a abordar el calentamiento global y definir acciones contra la crisis climática. La primera COP se celebró en 1995 en Berlín. Desde entonces se ha celebrado todos los años, con la excepción de 2021, debido a la pandemia del COVID 19.
La COP 28, presidida por el sultán Al-Jaber, aprobó el texto que contiene el acuerdo sobre el llamado balance mundial, es decir, el primer balance sobre los compromisos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero: el texto pide que se acelere la acción climática en esta década, definida como crítica, para lograr la neutralidad del carbono (cero emisiones netas) en 2050. Esto significa que el mundo tendrá que comprometerse a una «transición lejos de los combustibles fósiles» para esa fecha. De hecho, el texto aboga por una «transición fuera de los combustibles fósiles» y es la primera vez que se hace referencia explícita al petróleo y sus derivados en un documento de conferencia.
El documento final
Una larga y dura negociación produjo un documento final de 21 páginas que «reconoce la necesidad de reducciones profundas, rápidas y duraderas de las emisiones de gases de efecto invernadero de acuerdo con la trayectoria de 1,5 grados y pide a las partes que contribuyan a los esfuerzos globales de una manera determinada a nivel nacional, teniendo en cuenta el Acuerdo de París».
Entre las acciones declaradas explícitamente está el llamamiento a «triplicar la capacidad mundial de energía renovable y duplicar la tasa media anual mundial de eficiencia energética para 2030», y también está el llamamiento a acelerar los esfuerzos hacia la eliminación progresiva de la energía procedente del carbón, es decir, sin tecnología de captura y almacenamiento. El texto también aboga por «acelerar los esfuerzos globales hacia sistemas energéticos netos cero, utilizando combustibles con cero o bajas emisiones de carbono mucho antes o alrededor de mediados de siglo».
La posición europea
El documento es el resultado de la confrontación y el compromiso entre los países después de que un texto anterior creara una refriega, con Arabia Saudí, Irán, Irak, Kuwait y Rusia oponiéndose a la eliminación progresiva (phase out).
En la COP 28, la UE está representada por el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y la presidencia rotatoria del Consejo, que este año recae en España. La delegación de la UE que participa en las negociaciones está encabezada por la Comisión Europea y la Presidencia española. La posición europea para la COP 28 se acordó en el Consejo de Medio Ambiente del pasado mes de octubre.
En sus conclusiones, el Consejo destacó «las oportunidades que ofrece una acción climática ambiciosa para el planeta, la economía mundial y las personas, y la importancia de garantizar una transición justa». «La transición justa», reza el documento del Consejo, «no deja a nadie atrás» y tiene como objetivo «economías y sociedades sostenibles, resistentes al cambio climático y neutras desde el punto de vista climático».
«En Dubái, estaremos al frente de las negociaciones para demostrar el pleno compromiso de la UE con la transición ecológica y animar a nuestros socios a seguir nuestro ejemplo», explicó Teresa Ribera Rodríguez, vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra española en funciones para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, en vísperas de las conversaciones. «La UE es un motor de cambio y debemos hablar con una sola voz en el mundo. No podemos utilizar las dificultades como mero pretexto para volver a la situación anterior al Acuerdo de París», subrayó.
Satisfacción a medias
Para los Estados miembros de la UE, el objetivo de 1,5 grados centígrados sigue siendo inalcanzable, en consonancia con el Acuerdo de París. Para las naciones europeas, los compromisos adquiridos en la COP 28 no son suficientes para alcanzar el objetivo y, por este motivo, es necesario actualizar las estrategias de desarrollo a largo plazo con bajas emisiones de gases de efecto invernadero. De hecho, el documento del Consejo afirma que «las principales economías deberían haber actualizado sus estrategias a largo plazo».
Para la UE, sigue siendo crucial «reducir sus emisiones netas de Ges (gases de efecto invernadero) en al menos un 55% para 2030 en comparación con los niveles de 1990 y alcanzar la neutralidad climática a más tardar en 2050».En cuanto al sector energético, el Consejo consideró necesario aspirar a «la eliminación progresiva de los combustibles fósiles mucho antes de 2050, para trabajar hacia un sistema energético mundial total o predominantemente descarbonizado en 2030, sin dejar espacio para nuevas centrales de carbón, puesto que ya se dispone de medidas rentables de reducción de emisiones». Paralelamente, el Consejo abogó por «eliminar lo antes posible las subvenciones a los combustibles fósiles que no abordan las cuestiones de la pobreza energética o de una transición justa».
El Consejo también hizo hincapié en la necesidad de «una acción global para triplicar la capacidad instalada de energía renovable hasta 11 TW y duplicar la tasa de mejora de la eficiencia energética para 2030, respetando al mismo tiempo la combinación energética nacional de cada país» y subrayó que «la cooperación con los países en desarrollo es esencial para abordar los retos y garantizar los beneficios de la transición».