Tras las elecciones europeas del 9 de junio, el tablero de juego ha cambiado. La nueva configuración del Parlamento Europeo anticipa una legislatura complicada, y es que el establecimiento de la extrema derecha se ha materializado, aumentando así su influencia en el hemiciclo.
Aunque se presentan fragmentadas, las fuerzas de ultraderecha de Alemania (AfD), Francia (Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen), Italia (Hermanos de Italia de Giorgia Meloni), España (VOX), Polonia (Ley y Justicia de Jarosław Kaczyński) y Países Bajos (Partido de la Libertad de Geert Wilders) obtendrán una representación significativa, aunque no mayoritaria, en los seis países más poblados de la Unión Europea. Los 73 escaños del Grupo de Conservadores y Reformistas Europeos (ECR), que incluyen al partido de Meloni y VOX, sumados a los 58 escaños del grupo Identidad y Democracia (ID), que cuenta con Le Pen y ha ganado 9 escaños desde 2019, resultan en un total de 131 diputados.
Añadiendo otros partidos de extrema derecha que se han presentado sin ir con ECR ni ID, como es el caso de la AfD alemana, la cifra alcanza los 164 diputados de listas de extrema derecha, más de un 22% del total del Parlamento. Pese a no tener una mayoría sólida, su auge aumenta su capacidad para influir en la agenda, bloquear iniciativas o arrastrar al Partido Popular Europeo hacia posiciones más extremas.
Refuerzo del negacionismo ante la crisis climática
Las elecciones han sido un golpe en la mesa por parte por los movimientos euroescépticos y reaccionarios. Estas fuerzas han pasado de ser la excepción a convertirse en la norma, ya venían de obtener el poder en el gobierno de varios países, como es el caso de Italia, entre otros. Ahora los resultados de los comicios europeos los posicionan como actores con capacidad de negociación e influencia en el futuro del Parlamento. Este cambio podría amenazar logros fundamentales de la UE, como el espacio Schengen, por el que, en términos generales, apuestan por hacer más restrictivo siendo esta una de sus múltiples propuestas para blindar fronteras. Asimismo, podría obstaculizar la implementación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, poniendo en peligro objetivos críticos como la acción climática, la igualdad de género y la reducción de las desigualdades.
La mayor presencia del negacionismo va de la mano con el pinchazo de Los Verdes, superados por ECR e ID. La lista ecologista, conocida por su defensa del medioambiente, ha obtenido el segundo peor resultado en comparación con las elecciones anteriores: han disminuido de 74 a 52 escaños, descendiendo del cuarto al sexto lugar. Todo ello hace denotar cierta tendencia hacia el escepticismo sobre el cambio climático, uno de los puntos primordiales de la Agenda 2030.
2030, el año que cuánto más se acerca, más se aleja
La supuesta “amenaza woke” que apunta la extrema derecha se dirige hacia los puntos de progreso: justicia climática, género, sostenibilidad… Si bien las redes sociales son un espacio de divulgación, lo son también de propagación de desinformación. Los resultados de las europeas, dónde negacionistas y euroescépticos han sacado músculo, muestran los estragos de esa batalla ideológica: principalmente difundidos a través de las redes sociales, algunos de los bulos han encontrado eco en los grandes medios de comunicación. Precisamente un análisis de Politico revela que casi el 45% de las cuentas de eurodiputados en TikTok son gestionadas por conservadores, y el 26% están vinculadas a la extrema derecha. Identidad y Democracia, la coalición que incluye a Le Pen y Salvini, destaca como la más activa en esta plataforma.
La Agenda 2030 es el blanco, y es que, desde ciertas altas esferas políticas, se han llevado a cabo campañas que promueven estas ideas, como es el caso de Donald Trump. El expresidente mantiene que la ONU busca destruir la economía estadounidense mediante la Agenda 2030. Es la misma lógica que la mayoría de los políticos de extrema derecha y ultranacionalistas apoyan y propagan, transmitiendo ese mensaje constantemente en sus canales de redes sociales y en medios de comunicación afines a su ideología. Para la organización We Are Water este fenómeno se debe en parte a “la falta de acuerdos convincentes en las COP”, que explican que “está provocando crecientes síntomas de desánimo social que crean el terreno abonado para la diseminación de mensajes demagógicos”.
El Parlamento electo será el que tenga el mandato final antes de que llegue el 2030, fecha límite de la Agenda. Será clave en los avances para alcanzar los objetivos. Si bien el Partido Popular Europeo repite su victoria y puede encontrar alianzas fuera de la extrema derecha, que los ultras hayan alcanzado un porcentaje de escaños que sobrepasa el 20% será determinante en el viraje que los Populares decidan tomar: moderar al centro bajo la influencia socialista, acercándose a la Agenda 2030, o bien extremar hacia la derecha, endureciendo su discurso y alejando el 2030 hacia cincuenta años atrás.