En los últimos años, la Unión Europea (UE) ha establecido varias medidas para superar los retos medioambientales actuales. El Pacto Verde Europeo, la Agenda 2030 y el Objetivo 55 son algunas de ellas y ayudarán a Europa a ser climáticamente neutra impulsando la economía mediante tecnologías verdes, creando industrias y transportes respetuosos con el medio ambiente y reduciendo la contaminación.
Convertir los retos climáticos y medioambientales en oportunidades hará que la transición sea justa e inclusiva para todos. Y ése es el camino hacia la verdadera transición verde.
Pero ¿cómo encaja la educación medioambiental en este contexto?
Según UNICEF – el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia – la educación siempre ha sido y sigue siendo un agente transformador dentro de nuestra sociedad. En otras palabras, se entiende que cuando las personas tienen acceso a la información y a la ciencia, son capaces de tomar decisiones más claras e informadas y pueden debatir y generar mejores soluciones a los problemas actuales.
En este sentido, es hora de reforzar su papel como herramienta esencial a favor de sociedades ambientalmente responsables y socialmente justas.
La Educación Ambiental pretende concienciar sobre la ética y la ciudadanía, para que cada uno tome conciencia de la influencia de sus acciones en el medio ambiente, aprendiendo así a adoptar una postura crítica que considere la justicia climática en las acciones cotidianas, teniendo en cuenta el impacto de sus acciones en las políticas actuales, pero siempre teniendo en cuenta a las generaciones futuras.
Además, la Educación Ambiental fomenta la producción y el consumo responsables; explica la biodiversidad; enseña sobre la importancia de la energía y el agua; dota a la población de una mayor sensibilidad y concienciación sobre los problemas ambientales; promueve una comprensión plena del medio ambiente como sistema; profundiza en los valores sociales y ecológicos y ayuda a idear las respuestas necesarias para resolver los principales problemas ambientales.
Cuando pensamos en Educación Medioambiental, automáticamente pensamos en las generaciones más jóvenes y esto no es en absoluto éticamente correcto, ya que se trata de una herramienta transversal a todos: niños, jóvenes y adultos.
Sin embargo, son los más pequeños los principales formadores de opinión y son ellos los que tomarán las decisiones sobre el futuro.
La educación medioambiental despierta a los jóvenes ante los problemas medioambientales y les ayuda a comprender cómo conservar las reservas naturales y no contaminar el medio ambiente.
El objetivo está claro. Animarles a conocer el concepto de «sostenibilidad» o de sociedades comprometidas con la transición ecológica asociada a la responsabilidad intergeneracional y promover la reflexión sobre las causas del cambio climático, la protección de la biodiversidad y la protección del territorio y del paisaje.
El objetivo es que los jóvenes aprendan a utilizar los conocimientos para interpretar y evaluar la realidad circundante, formular y debatir argumentos y apoyar posiciones y opciones.
Se trata de aptitudes fundamentales para participar activamente y tomar decisiones con conocimiento de causa en una sociedad democrática frente a los efectos de las actividades humanas sobre el medio ambiente.
Y es precisamente sobre este tema que la UNESCO -Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura- declaró que la Educación Medioambiental debería ser un componente curricular para 2025. Esta fue una de las conclusiones de la Conferencia Mundial Virtual de 2021, en la que más de 80 ministros y viceministros, así como 2.800 actores implicados en la educación y el medio ambiente, se comprometieron a adoptar la Declaración de Berlín sobre la Educación para el Desarrollo Sostenible (EDS).
Estrategia Nacional de Educación Ambiental: el papel de los agentes de cambio
Sin embargo, remitiéndonos a años anteriores, en 2017 se aprobó en Portugal la Estrategia Nacional de Educación Ambiental (ENEA), con el objetivo de establecer un compromiso efectivo y consolidado para construir un paradigma sólido en este campo.
El propósito es común: todos deben participar de forma colaborativa en la protección del medio ambiente en todas las dimensiones de la intervención humana.
Por ello, y de acuerdo con la Agencia Portuguesa de Medio Ambiente (APA), la Educación Ambiental se asume, desde sus primeros pasos, como un aprendizaje multidisciplinar a lo largo de toda la vida y un proceso integrado en todas las formas de educación, incluidos los contextos laboral, económico y de consumo.
Está vinculada a la democracia, a los derechos humanos y a la equidad y es un proceso inclusivo y participativo.
De este modo, Portugal cuenta con esta estrategia que abarca tres ejes temáticos: descarbonizar la sociedad, hacer circular la economía y valorizar el territorio.
Esta intervención estratégica prevé una ciudadanía plena y activa, capacitando a los niños y a los jóvenes, así como a los agentes económicos y a los responsables de la toma de decisiones, para hacer frente a los nuevos retos medioambientales.
Para su implementación, ENEA establece 16 medidas enmarcadas en tres objetivos estratégicos: Educación Ambiental + Transversal; Educación Ambiental + Abierta y Educación Ambiental + Participativa.
Es hora de que Europa se implique más en la educación y el medio ambiente promoviendo y estableciendo más dinámicas, tanto en la escuela como en la empresa, para que sea posible una transición verdaderamente responsable con el medio ambiente y socialmente justa.
Documentos de apoyo:
- Education for Sustainable Development: A roadmap.
- Learn for our planet A global review of how environmental issues are integrated in education.
Links:
- https://commission.europa.eu/strategy-and-policy/priorities-2019-2024/european-green-deal/delivering-european-green-deal/fit-55-delivering-proposals_pt
- https://commission.europa.eu/strategy-and-policy/priorities-2019-2024/european-green-deal/delivering-european-green-deal_pt
- Objetivo 55 – O plano da UE para uma transição ecológica – Consilium (europa.eu)