La Inteligencia Artificial (IA) crece rápidamente, pero su elevado consumo de energía y agua amenaza el medio ambiente y podría intensificar el cambio climático.
Aunque se trata de una tecnología reciente, la Inteligencia Artificial se ha integrado cada vez más en nuestra vida cotidiana, con frecuencia sin que nos planteemos o reflexionemos sobre sus repercusiones a largo plazo.
Esta tendencia no sólo se observa entre los consumidores de a pie, sino también entre los líderes tecnológicos y los inversores, que destacan los prometedores avances de la IA, desde la curación de enfermedades hasta la optimización de procesos industriales. Sin embargo, un análisis más profundo revela una preocupación significativa: el consumo intensivo de energía por parte de la IA.
Este aumento del uso de energía no es trivial, ya que tiene implicaciones directas para el cambio climático. Como los centros de datos y las infraestructuras de IA demandan más energía, a menudo dependen de fuentes de energía no renovables, lo que contribuye a aumentar las emisiones de gases de efecto invernadero.
Esta dinámica agrava el calentamiento global y contradice las promesas de algunas aplicaciones de IA que pretenden reducir la huella de carbono. Por lo tanto, la relación entre el avance de la IA y el aumento del consumo de energía requiere un análisis cuidadoso y medidas paliativas para alinear el desarrollo tecnológico con los objetivos medioambientales globales.
La industria de la IA ya reconoce que sus sistemas requieren enormes cantidades de energía. El consejero delegado de OpenAI , Sam Altman, admitió recientemente que la IA consume mucha más energía de lo que se pensaba, y las estimaciones indican que el uso de energía en los centros de datos impulsados por IA podría duplicarse en los próximos dos años, consumiendo un volumen comparable al de Japón. Además, el entrenamiento de modelos de IA consume cantidades astronómicas de energía, y ChatGPT-3 ha consumido tanta energía como 120 hogares de Estados Unidos a lo largo de un año.
Además de las repercusiones directas de la IA, también preocupa su uso en otras industrias. Las empresas, incluidos los gigantes del petróleo y el gas, están adoptando la IA para aumentar la eficiencia de sus operaciones, aunque esto signifique extraer más combustibles fósiles del subsuelo. Esto no sólo perpetúa nuestra dependencia de fuentes de energía no renovables, sino que también exacerba las desigualdades existentes, ya que las comunidades marginadas son las más afectadas por el impacto medioambiental de la IA.
La Agencia Internacional de la Energía (AIE), cuyo objetivo es coordinar las respuestas colectivas a los importantes problemas de suministro de petróleo y otros retos relacionados con la energía, publicó en su informe datos sobre el importante aumento del consumo eléctrico de los centros de datos, la inteligencia artificial (IA) y el sector de las criptomonedas previsto para 2026. Estos centros de datos se han convertido en motores clave del crecimiento de la demanda de electricidad en varias regiones del mundo.
La AIE afirma que datos recientes indican que, para 2022, estos centros mundiales consumirán aproximadamente 460 teravatios-hora (TWh) de electricidad. Sin embargo, las proyecciones sugieren que esta cifra podría más que duplicarse para 2026, alcanzando más de 1.000 TWh. Para ponerlo en perspectiva, esta cantidad de electricidad equivale aproximadamente al consumo energético de todo Japón.
Para hacer frente a esta creciente demanda de energía, los expertos insisten en la urgente necesidad de actualizar la normativa y de introducir mejoras tecnológicas. Estas medidas, incluidos los avances en eficiencia energética, se consideran cruciales para moderar el aumento del consumo energético de los centros de datos y la IA, garantizando al mismo tiempo una reducción del impacto medioambiental y de la eficacia de estas tecnologías en evolución.
Consumo de agua generado por la IA:
Además de este consumo masivo de energía, tenemos otro problema relacionado con el creciente uso de la Inteligencia Artificial: su consumo de agua. Según información reciente, los modelos de IA consumen una cantidad significativa de agua de dos formas principales: la refrigeración de los servidores in situ y la generación de electricidad fuera de las instalaciones.
Para evitar que los servidores de IA se sobrecalienten, los centros de datos utilizan métodos de refrigeración que requieren una cantidad considerable de agua dulce y limpia. Esto incluye el uso de torres de refrigeración y aire exterior, que dependen de la evaporación del agua para producir agua fría y controlar la humedad. Además, la generación de electricidad para alimentar estos servidores también consume grandes volúmenes de agua, especialmente en las centrales termoeléctricas, nucleares e hidroeléctricas.
Los impactos del consumo de agua por la IA no se detienen ahí. La demanda mundial de IA podría requerir entre 4.200 y 6.600 millones de metros cúbicos de agua para 2027, un volumen que supera el uso total anual de agua de varios países europeos. Esta creciente demanda está siendo impulsada por la rápida expansión de la tecnología en diversos ámbitos, incluidas empresas tecnológicas líderes como Google y Microsoft, que han experimentado un aumento significativo del consumo de agua en los centros de datos.
Los expertos advierten de que, aunque todavía no hemos llegado a una fase en la que la IA esté agotando nuestros recursos hídricos naturales esenciales, el aumento del consumo de agua por parte de la tecnología representa una preocupación creciente. Con la escasez de agua convirtiéndose en uno de los principales retos mundiales, especialmente en las regiones propensas a la sequía, el uso excesivo de agua por parte de la IA podría empeorar aún más esta situación.
La tensión entre los centros de datos de IA y las comunidades locales ya es evidente, con una creciente preocupación por el uso desproporcionado de los recursos hídricos. Si no se toman medidas para mitigar el consumo excesivo de agua por parte de la IA, estas presiones podrían intensificarse y provocar conflictos sociales.
En este contexto, los expertos subrayan la necesidad de un enfoque más transparente y responsable del consumo de agua por parte de las IA. Las medidas para reducir el consumo de agua y promover prácticas ecológicas en la industria tecnológica son esenciales para afrontar los retos relacionados con la escasez de agua y garantizar un futuro para todos.
Conclusión:
Ante estos retos, es crucial que abordemos las repercusiones medioambientales y sociales de la IA de forma urgente y exhaustiva. La transparencia y el escrutinio público son esenciales para garantizar que la IA se desarrolle y utilice de forma ética y sostenible.
Como hemos visto, el aumento exponencial del uso de energía por parte de la IA, especialmente en centros de datos e infraestructuras informáticas, suscita una gran preocupación por sus implicaciones para el cambio climático. La dependencia de fuentes de energía no renovables puede contradecir los esfuerzos por reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y alcanzar objetivos medioambientales ambiciosos.
Además, el consumo intensivo de agua de la IA, tanto para refrigerar los servidores como para generar electricidad, representa un reto adicional en un mundo en el que la escasez de agua se ha convertido en una realidad cada vez más acuciante.
Tenemos que integrar las consideraciones de justicia climática y medioambiental en todas las fases de desarrollo y aplicación de la IA, garantizando que la tecnología beneficie a todos y no sólo a unos pocos privilegiados.