El colonialismo europeo, desde el siglo XV hasta el XX, generó desigualdades económicas y medioambientales duraderas entre el Norte y el Sur del planeta. Es necesario reconocer la responsabilidad histórica de los países desarrollados por sus emisiones de gases de efecto invernadero para promover la justicia climática.
El colonialismo europeo, que se extendió desde el siglo XV hasta el XX, desempeñó un papel crucial en la configuración de las actuales desigualdades económicas y medioambientales entre el Norte y el Sur globales.
Durante el periodo colonial, potencias europeas como el Reino Unido, Francia, España y Portugal establecieron vastos imperios en África, Asia y América Latina. La explotación intensiva de recursos naturales como minerales, madera y productos agrícolas no sólo benefició económicamente a los países colonizadores, sino que también devastó los ecosistemas y las comunidades locales.
Además, la riqueza acumulada por las potencias coloniales gracias a la explotación de sus colonias fue crucial para la Revolución Industrial y el posterior desarrollo del Norte global.
En cambio, las colonias se quedaron con economías dependientes e infraestructuras subdesarrolladas. Este legado económico de desigualdad es una de las principales razones por las que los países en desarrollo se enfrentan a mayores dificultades para adaptarse al cambio climático.
Además, tenemos un problema poco abordado llamado responsabilidad histórica por las emisiones de carbono. Esto se debe a que los países desarrollados han sido históricamente los mayores emisores de gases de efecto invernadero.
Para abordar las desigualdades climáticas, es crucial reconocer la responsabilidad histórica de las naciones desarrolladas. Esto incluye no sólo reducir las emisiones actuales, sino también compensar los daños causados en el pasado.
Responsabilidad histórica
Las naciones desarrolladas fueron las primeras en industrializarse, a partir del siglo XVIII. Desde entonces, han sido responsables de la mayor parte de las emisiones de GEI acumuladas en la atmósfera.
Y hay que tener claro que la quema de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural) para la energía, el transporte y la industria, así como la deforestación, han contribuido significativamente a estas emisiones.
Como resultado, países como Estados Unidos, Reino Unido, Alemania y Francia tienen una huella histórica de carbono mucho mayor que los países en desarrollo.
Es incluso este uso intensivo de combustibles fósiles lo que ha permitido a estas naciones experimentar un rápido crecimiento económico, desarrollo tecnológico y mejoras en el nivel de vida de su población. Por eso, muchos de los beneficios de los que disfrutan hoy estas naciones son en gran medida el resultado de siglos de desarrollo alimentado por fuentes de energía que emitían grandes cantidades de GEI (gases de efecto invernadero).
Principio de Responsabilidades Comunes pero Diferenciadas (CBDR):
Por este motivo, la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) reconoce que, si bien todos los países deben luchar contra la crisis climática, los países desarrollados tienen una mayor responsabilidad debido a sus emisiones históricas y sus capacidades económicas. El nombre para esto es: «Responsabilidades Comunes pero Diferenciadas» (CBDR, por sus siglas en inglés).
El «Principio de Responsabilidades Comunes pero Diferenciadas (CBDR)» es un concepto fundamental en el derecho medioambiental internacional, especialmente en el contexto de las negociaciones sobre el cambio climático, y se formalizó por primera vez en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo (la Cumbre de la Tierra) celebrada en Río de Janeiro en 1992.
Reconoce que todas las naciones comparten la responsabilidad de proteger el medio ambiente mundial y combatir el cambio climático. Sin embargo, subraya que los países tienen diferentes historias de contribución a los problemas medioambientales globales. Así, los países desarrollados, que se industrializaron primero y han emitido históricamente la mayor cantidad de gases de efecto invernadero (GEI), tienen una mayor responsabilidad a la hora de liderar las acciones de mitigación.
Además, este principio reconoce las diferentes capacidades económicas, tecnológicas e institucionales de los países. Los países desarrollados suelen disponer de más recursos y tecnologías avanzadas para hacer frente a la crisis climática, mientras que los países en desarrollo pueden necesitar apoyo para aplicar medidas eficaces.
Por lo tanto, además de reducir sus propias emisiones, estos países tienen la responsabilidad de apoyar financiera y tecnológicamente a los países en desarrollo en sus acciones de mitigación.
En cuanto a la adaptación al cambio climático, los países desarrollados deben proporcionar asistencia técnica y financiera para ayudar a los países en desarrollo a adaptarse a impactos como los desastres naturales, la subida del nivel del mar y los cambios en los regímenes de precipitaciones.
En cuanto a la transferencia de tecnología, una parte crucial de las responsabilidades diferenciadas incluye facilitar el acceso de los países en desarrollo a tecnologías limpias y eficientes, que les permitan crecer económicamente sin aumentar significativamente sus emisiones de GEI.
Un ejemplo concreto de CBDR en la financiación climática es el Fondo Verde para el Clima, el mayor fondo climático del mundo, con la misión de apoyar a los países en desarrollo para que alcancen y hagan realidad sus Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés) para vías de bajas emisiones y resiliencia climática.
El proyecto del fondo se inició en 2009, durante la Conferencia del Clima de Copenhague (COP15), con el objetivo de recaudar 100.000 millones de dólares anuales para 2020. El objetivo se formalizó en la COP16 de Cancún y, en la COP21 de París, se reiteró y amplió hasta 2025.
En diciembre de 2023, el fondo disponía de 13.500 millones de dólares (51.900 millones incluyendo la cofinanciación) para llevar a cabo acciones contra el cambio climático en más de 120 países. Sin embargo, los expertos coinciden en que esta cantidad no se acerca ni de lejos a lo que se necesita para llevar a cabo acciones concretas y duraderas.
En resumen, el colonialismo europeo ha dejado un legado de desigualdad económica y medioambiental entre el Norte y el Sur Global, contribuyendo significativamente a las dificultades a las que se enfrentan los países en desarrollo para adaptarse a la emergencia climática.
La responsabilidad histórica de los países desarrollados, que han sido los mayores emisores de gases de efecto invernadero desde la Revolución Industrial, debe reconocerse y abordarse para hacer frente a las desigualdades climáticas.
El Principio de Responsabilidades Comunes pero Diferenciadas (CBDR) subraya que, si bien todos los países deben luchar contra el cambio climático, los países desarrollados tienen una mayor responsabilidad debido a sus emisiones históricas y a sus capacidades económicas.
El Fondo Verde para el Clima, creado para apoyar a los países en desarrollo en la mitigación y adaptación a la crisis climática, ejemplifica este principio, pero los recursos actualmente disponibles son insuficientes.
Por lo tanto, es de suma importancia que las naciones desarrolladas intensifiquen sus esfuerzos de financiación y transferencia de tecnología para que se puedan implementar acciones concretas y duraderas, promoviendo una verdadera justicia climática.
Actividades complementarias
1 – Escuche el podcast con Carla Amado Gomes: «Europa tiene una responsabilidad histórica ante el desplazamiento climático »
2 – Vea el vídeo producido por DW con el ex presidente de Uruguay – « Mujica reflexiona sobre la responsabilidad histórica de Europa en la crisis climática »