Un primer caso sonado de periodismo ciudadano puede rastrearse en el caso del huracán Katrina (2005), cuando la población local, a través de blogs y medios sociales, fue capaz de proporcionar cobertura informativa en tiempo real de la emergencia, supliendo la falta de información de los principales medios de comunicación. Del mismo modo, durante la Primavera Árabe, los periodistas ciudadanos informaron al mundo sobre los acontecimientos revolucionarios en curso con la simple ayuda de los teléfonos inteligentes, sorteando la censura de los gobiernos locales.
Otros ejemplos pueden encontrarse en las ONG indias de periodismo ciudadano: Video Volunteers, una promotora de los medios de comunicación comunitarios, y CGnet Swara, una plataforma en línea que permite a los habitantes de los bosques de Chhattisgarh proporcionar información actualizada sobre la región de Gondwana Central en India. Como señala la estudiosa Paromita Pain, aunque no sean movimientos con visibilidad mundial, estas realidades en lugares limitados de la India están contribuyendo enormemente en el frente de los derechos civiles, estimulando a las comunidades locales a exigir sus necesidades.
Periodismo participativo y subalternidad: el caso Taranto
El periodismo ciudadano también está estrechamente relacionado con los movimientos por la justicia medioambiental. Un ejemplo se refiere a la cobertura informativa de la crisis ecológica en el polígono SIN de Taranto provocada por la presencia de la antigua industria siderúrgica ILVA, ahora Arcelor Mittal. En este caso, los periodistas ciudadanos actúan como un contrapúblico subalterno, presentándose como una alternativa a las noticias dominantes y adoptando formas de difundir las noticias que se han descrito como «comunales» o «hiperlocales». De hecho, ofrecen una perspectiva única y un conocimiento específico sobre la situación socioambiental del lugar, en virtud del hecho de que experimentan en primera persona las consecuencias de la contaminación. ¿Por qué el subalterno contrapúblico es la forma más adecuada de definir a los periodistas ciudadanos de Taranto? Porque el proceso de colonización industrial, medioambiental y cultural en el que se ha insertado Taranto puede verse como el deseo de ver este lugar como un segundo mundo, una parte imperfecta de Europa, que hay que modernizar.
Si queremos pensarlo así, los ciudadanos de Tarento tienen mucho en común con una de las imágenes más abrumadoras de la literatura poscolonial: la del «subalterno» del que hablaba Gayatri Spivak. La estudiosa india dio a la subalternidad el rostro de la mujer, la que en la historia se ha visto más afectada por las lógicas alterizantes. Pero el subalterno de Spivak no es sólo la mujer del Sur global, sino todas aquellas personas cuya identidad es la marca de una ausencia en los límites históricos y geográficos de la ciudadanía. Los subalternos son todas aquellas personas cuyo espacio de habla ha sido colonizado por los discursos dominantes. Para explicar esta proximidad, es necesario poner en el centro de este discurso lo que está en el centro de la comunicación de los periodistas ciudadanos de Taranto, a saber, la intención de sacar a la luz el rostro humano de una emergencia medioambiental.
El periodismo ciudadano y el papel de la mujer
Las mujeres de Taranto, a través de la justicia medioambiental y el periodismo ciudadano, se han opuesto al papel. El análisis de sus mensajes revela un protagonismo de las movilizaciones comunicativas sobre el medio ambiente frente al inmovilismo de la comunicación pública. Como ha escrito Laura Guidi, se trata de puntos de vista subjetivos y situados que hablan del cuerpo de las mujeres, de sus hijos atacados por los venenos. Baste pensar en las madres de la asociación Tamburi Combattenti que difunden en las redes sociales el problema del gas radón en las escuelas y las condiciones ambientales de las aulas en los Días del Viento, así como toda una serie de cuestiones críticas que afectan a la vida de los niños que viven cerca de las centrales. El Comitato Cittadini e Lavoratori Liberi e Pensanti, activo ahora, entre otras cosas, en el frente de las necesidades educativas especiales, ha llevado a cabo innumerables batallas informativas, después de que la activista Sabrina Fersini asumiera su presidencia. La pediatra Anna Maria Moschetti llevó a cabo una importante labor de información y de otro tipo, al frente de la cual destacó los problemas de salud de los niños de los distritos de Tamburi y Paolo VI. Carla Luccarelli y la asociación Giorgio Forever hicieron hincapié en los problemas derivados de la hospitalización y los cuidados inadecuados de los niños con enfermedades oncológicas, y llevaron a cabo un proyecto para crear un centro de investigación oncológica pediátrica, que centraría sus investigaciones en el tratamiento de los tumores en la adolescencia. La Asociación de Padres Tarantini es una iniciativa de un grupo de mujeres y, entre otras actividades, difunde noticias sobre las condiciones de la infancia en Taranto, además de ofrecer espacios de palabra a los padres de jóvenes víctimas de la contaminación.
Otra realidad del periodismo ciudadano está representada por la página web VeraLeaks, donde, por ejemplo, entre los numerosos artículos que se publican a diario, hay una noticia en la que se han difundido socialmente todos los documentos de las motivaciones del Juicio de Medio Ambiente contra Soldado. Otros ejemplos de este tipo pueden encontrarse en las plataformas de Legamjonici o Il Tacco d’Italia, donde la práctica diaria del periodismo cívico integra experimentos exitosos de periodismo ciudadano a través de una circularidad informativa con sitios de redes sociales y otros canales transmedia. El Tacco d’Italia fue la primera organización de Apulia en 2006 en crear una comunidad de periodismo ciudadano: un diálogo constructivo basado en informes, denuncias, material fotodocumental, gracias al diseño de una plataforma propia que permitía a los denunciantes permanecer en el anonimato. Se diría, por tanto, que el trabajo de estos periodistas consigue labrar espacios de escucha y de palabra, lugares de enunciación, dirían los estudiosos decoloniales.