Ante el cambio climático, calcular la propia huella de carbono es esencial. Las aplicaciones y herramientas en línea ayudan a conocer y reducir las emisiones, alineándose con los Objetivos de Desarrollo Sostenible y promoviendo un futuro más responsable con el medio ambiente.
La huella de carbono ha surgido como un concepto crucial en el contexto del cambio climático, que refleja la cantidad total de gases de efecto invernadero (GEI) emitidos directa o indirectamente por individuos, empresas, ciudades o países.
Estos gases, que incluyen el dióxido de carbono (CO2), el metano (CH4), el óxido nitroso (N2O) y los clorofluorocarbonos (CFC), son los principales responsables del calentamiento global y del cambio climático. La huella de carbono es, por tanto, una medida representativa del impacto medioambiental de las actividades humanas, expresada en toneladas de CO2 o su equivalente al año.
En Estados Unidos, la huella de carbono media por persona es de 16 toneladas al año, una de las más altas del mundo. En comparación, la media mundial es de unas 4 toneladas.
Para evitar un aumento de 2℃ de la temperatura global, uno de los objetivos cruciales fijados por los acuerdos internacionales sobre el clima, la huella de carbono media mundial debe reducirse a menos de 2 toneladas de aquí a 2050.
La composición de la huella de carbono incluye emisiones directas, como las derivadas de la quema de combustibles fósiles en vehículos y calefacción de edificios, y emisiones indirectas asociadas al consumo de electricidad generada a partir de fuentes no renovables. Además, otras actividades, como la agricultura intensiva, contribuyen significativamente a la emisión de metano, un potente gas de efecto invernadero.
¿Cuál es el panorama europeo?
La edición de 2023 del informe « Huella de consumo y huella doméstica: Assessing the environmental impacts of EU consumption and production» revela datos importantes sobre la situación ambiental en Europa.
Según el informe, el consumo en la Unión Europea (UE) genera mayores impactos ambientales que las actividades nacionales, y las importaciones tienen mayores impactos que las exportaciones. Esto significa que la UE contribuye significativamente a los impactos ambientales que se producen fuera de sus fronteras.
Estos impactos se calculan para 16 categorías según el método de la huella ambiental, que abarcan el cambio climático, el agotamiento de la capa de ozono, la toxicidad humana (cancerígena y no cancerígena), las partículas finas, la radiación ionizante – salud humana, la formación fotoquímica de ozono – salud humana, la acidificación, la eutrofización (terrestre, agua dulce, marina), la ecotoxicidad – agua dulce, el uso del suelo, el uso del agua, el uso de recursos – minerales y metales, y el uso de recursos – fósiles.
Entre 2010 y 2018, hubo una disociación absoluta entre los efectos medioambientales y el crecimiento económico en la UE, lo que indica que, a pesar del crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB), los efectos medioambientales disminuyeron. Sin embargo, al considerar el impacto del comercio (huella de consumo), la disociación es limitada, ya que la reducción de los impactos nacionales se vio compensada por el aumento de los impactos comerciales netos. La huella del consumo aumentó un 4% durante este periodo, en parte debido al crecimiento de la población y al aumento de los niveles de consumo.
Las principales áreas de consumo que generan impactos ambientales son la alimentación, seguida de la vivienda (principalmente calefacción) y la movilidad (uso de vehículos privados). Los productos animales como la carne, los lácteos y los huevos, junto con los vehículos ligeros y la vivienda en climas templados, son los principales impulsores del impacto ambiental en estas categorías.
La huella de consumo es esencial para el seguimiento del Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 12, sobre producción y consumo responsables, y está relacionada con otros ODS, como la salud y el bienestar, el agua limpia y el saneamiento, la acción por el clima, la vida en el agua y la vida en la tierra.
El consumo responsable en la UE en relación con los límites planetarios indica que los impactos de un ciudadano medio de la UE van más allá del espacio operativo seguro para la humanidad en varias categorías. Por ejemplo, el impacto del cambio climático es nueve veces mayor que el límite planetario.
¿Cómo puedo calcular mi huella de carbono?
Calcular tu huella de carbono es una forma eficaz de entender cómo contribuyen tus actividades diarias a las emisiones de gases de efecto invernadero y al calentamiento global. Gracias a recursos en línea y a aplicaciones como MyEarth, CO2 tracker, Adva, Klima y Earth Hero, es posible calcular aproximadamente la huella de carbono personal o familiar.
Para empezar, es esencial vigilar de cerca el consumo y las actividades diarias. La información sobre el tamaño de la vivienda, su eficiencia energética y las formas de calefacción e iluminación es crucial. La factura del gas, por ejemplo, indica la cantidad de metros cúbicos consumidos en un año, y una sencilla fórmula permite convertirla en la cantidad de CO2 emitida.
Las facturas de electricidad son un poco más complejas. Para convertir los kilovatios hora consumidos en emisiones de CO2, habría que saber exactamente cuánta electricidad procede de fuentes fósiles y cuánta de fuentes renovables.
A menos que la electricidad sea generada por sus propios paneles solares, se utiliza una media basada en la matriz energética del país, un método habitual entre las apps y las calculadoras online.
Otros datos importantes son los hábitos de desplazamiento: cuántos viajes en tren, avión, kilómetros recorridos en coche al año, frecuencia de uso del autobús o el metro. El tipo de alimentos que se consumen también afecta a la huella de carbono; consumir mucha carne o grandes cantidades de frutas exóticas que recorren largas distancias para llegar al consumidor aumenta significativamente la huella. Del mismo modo, favorecer los envases individuales de plástico frente a los grandes envases biodegradables tiene un mayor impacto. La gestión de residuos es otro factor relevante, ya que separar la basura puede reducir significativamente la huella de carbono en comparación con la eliminación de un solo uso.
Por último, las calculadoras y aplicaciones en línea suelen pedir una estimación del gasto mensual en compras no alimentarias, como ropa, equipos electrónicos y servicios diversos. El precio de estos bienes y servicios está directamente relacionado con la energía necesaria para producirlos, lo que permite hacer estimaciones medias del CO2 producido por cada euro gastado en el mercado.
El resultado final da una idea de lo «virtuosas» que son nuestras prácticas en comparación con la media de nuestros conciudadanos. Según datos de la Comisión Europea, la huella de carbono per cápita de Italia es actualmente de 5,41 toneladas de CO2 al año, por debajo de la media europea de 6,25 toneladas y significativamente inferior a la de Estados Unidos, donde cada ciudadano emite una media de 14,24 toneladas al año. Este proceso de cálculo ayuda a identificar áreas en las que podemos mejorar nuestras elecciones diarias para contribuir a un planeta más ecológico.
Conclusión
La concienciación sobre la huella de carbono ha surgido como un elemento vital en la lucha contra el cambio climático, ilustrando el profundo impacto que nuestras acciones diarias tienen sobre el planeta. Con la sociedad moderna enfrentándose a retos sin precedentes relacionados con el calentamiento global y la degradación del medio ambiente, se hace imperativo reevaluar y adaptar nuestros estilos de vida y patrones de consumo.
Los datos presentados, tanto a escala mundial como europea, ponen de relieve la urgencia de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Aunque la Unión Europea ha mostrado avances a la hora de desvincular el impacto ambiental del crecimiento económico, aún queda mucho camino por recorrer, sobre todo si se tienen en cuenta los efectos del comercio y el consumo en la huella ambiental.
Herramientas como las calculadoras en línea y las aplicaciones se perfilan como aliadas en este proceso, ofreciendo a cada individuo la oportunidad de comprender y gestionar su propia contribución al problema. Al identificar las principales fuentes de emisiones en nuestra vida cotidiana, desde la alimentación hasta la movilidad y el consumo de energía, podemos iniciar cambios significativos que colectivamente tienen el potencial de alterar el curso actual del cambio climático.
Este viaje hacia una reducción sustancial de nuestra huella de carbono individual y colectiva no sólo nos alinea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, sino que también refuerza nuestra responsabilidad compartida por la salud del planeta.