El mundo pasa horas en las redes sociales todos los días. ¿Pero cuántas? ¿Cuáles son las consecuencias de este hábito para la salud mental y la calidad de vida?
En los últimos años, el uso de las redes sociales se ha convertido en un componente fundamental de la vida cotidiana de millones de personas en todo el mundo. Sin embargo, el tiempo que se dedica a ellas es mucho y va en aumento. Esto plantea interrogantes sobre los efectos que un uso tan intensivo puede tener en la salud mental y el bienestar de las personas.
Según el informe «Digital 2024» publicado por We Are Social en colaboración con Meltwater, los italianos pasan una media de 5 horas y 49 minutos al día en Internet. De este tiempo, una parte significativa se dedica a las redes sociales, con un aumento de casi un minuto con respecto al año anterior. Este dato indica una creciente integración de las plataformas sociales en la rutina diaria de los usuarios. Un análisis más detallado del uso de las diferentes plataformas revela que Telegram mantiene a sus usuarios ocupados durante aproximadamente 2 horas y 9 minutos al mes por persona, mientras que Twitch registra 1 hora y 21 minutos y Twitter/X 1 hora y 9 minutos. LinkedIn y Pinterest muestran niveles de participación más bajos, con 13 y 18 minutos al mes por usuario, respectivamente.
Comparación con los promedios globales
Según los datos de DataReportal, a nivel mundial, los usuarios pasan una media de 6 horas y 57 minutos al día frente a una pantalla para realizar actividades en Internet, con 2 horas y 27 minutos dedicados a las redes sociales. De media, un estadounidense pasa 7 horas y 4 minutos, ligeramente por encima de la media de los británicos. Sin embargo, los que más tiempo pasan frente a una pantalla son los sudafricanos, cuya media ronda las 10 horas y 45 minutos al día. Por lo tanto, los que pasan más tiempo frente a una pantalla se encuentran en África, Asia y Sudamérica.

El aumento del tiempo que se pasa en las redes sociales ha suscitado preocupación por su impacto en la salud mental.
Varios estudios han examinado la correlación entre el uso intensivo de las redes sociales y los problemas psicológicos. Por ejemplo, una investigación realizada por la Universidad de Málaga ha puesto de manifiesto que las plataformas sociales pueden agravar los trastornos de la conducta alimentaria, como la anorexia y la bulimia, perpetuando comportamientos peligrosos y fomentando la insatisfacción corporal, especialmente entre las mujeres jóvenes.
Otro estudio, publicado en la revista «Frontiers», analizó los contenidos de plataformas como TikTok, Instagram y Facebook, revelando que estos medios pueden perpetuar comportamientos peligrosos y promover la insatisfacción corporal, especialmente entre las mujeres jóvenes. La pandemia de COVID-19 ha agravado este problema: según un nuevo estudio de la Universidad Anglia Ruskin (ARU), el tiempo que los niños pasan frente a una pantalla ha aumentado drásticamente durante la pandemia. Se ha descubierto que el 90 % de los niños canadienses ha superado el límite recomendado de 2 horas al día, mientras que el tiempo que los niños tunecinos (de 5 a 11 años) pasan frente a las pantallas ha aumentado en un increíble 111 %.
La Universidad de California, por su parte, investigó el tiempo que los adolescentes pasan frente a una pantalla. Los investigadores descubrieron que los niños de 12 a 13 años en Estados Unidos duplicaron el tiempo que pasaban frente a la pantalla para actividades no relacionadas con la escuela hasta 7,7 horas en mayo de 2020, frente a las 3,8 horas del día anterior a la pandemia.
Sin embargo, no todos los estudios coinciden en una relación directa entre el tiempo dedicado a las redes sociales y la depresión. Algunas investigaciones sugieren que no es tanto la cantidad de tiempo dedicado a las redes sociales lo que afecta negativamente al bienestar psicológico, sino más bien la naturaleza del uso y la posible dependencia digital de estas plataformas.
Un uso pasivo y obsesivo, como el continuo desplazamiento de contenidos sin interacción activa, puede aumentar la sensación de aislamiento e insatisfacción. Por el contrario, el uso de las redes sociales para interactuar activamente con amigos y grupos de interés puede tener un impacto neutro o incluso positivo en el bienestar.
El impacto de las redes sociales también varía según la edad de los usuarios. Un estudio realizado en España reveló que el 20,22 % de los adolescentes de entre 12 y 18 años pasa más de dos horas al día en TikTok, un uso asociado a una menor autoestima, mayor estrés y dificultad para establecer límites de uso. Las chicas muestran un mayor consumo que los chicos (24,3 % frente a 15,4 %). Este uso excesivo está relacionado con problemas como trastornos de la conducta alimentaria y riesgos para la salud mental.
En Estados Unidos, una investigación ha puesto de manifiesto que los adolescentes de entre 13 y 18 años pasan una media de hasta ocho horas al día con sus teléfonos inteligentes, sin poder ignorar las notificaciones ni siquiera en los pupitres del colegio, perdiendo así más de una hora de clase cada día.
En algunos países, esto ha llevado a la propuesta de leyes para limitar el uso de teléfonos inteligentes entre los jóvenes, como el «Safer Phones Bill» en el Reino Unido, que tiene como objetivo crear zonas escolares libres de teléfonos inteligentes y aumentar la edad legal para acceder a Internet a los 16 años.
El uso de las redes sociales está profundamente arraigado en la sociedad moderna y ofrece numerosas ventajas, como la conexión con los demás y el acceso rápido a la información. Sin embargo, es esencial ser consciente de los posibles riesgos asociados a un uso excesivo o inapropiado. Los expertos sugieren establecer límites de tiempo para el uso de las redes sociales, promover actividades fuera de línea y garantizar que los contenidos consumidos sean de calidad y relevantes. Además, es fundamental educar a las generaciones más jóvenes en el uso consciente y responsable de las plataformas digitales, proporcionándoles las herramientas necesarias para navegar por el mundo online de forma segura y saludable.
En conclusión, aunque las redes sociales ofrecen oportunidades sin precedentes para conectar e informarse, es crucial equilibrar su uso con prácticas que promuevan el bienestar mental y físico. Educar a los usuarios para que reconozcan y gestionen el impacto de los contenidos digitales representa un desafío crucial para el futuro de la sociedad digital.