Las sociedades ambientalmente responsables y socialmente justas equilibran la protección del medio ambiente con la justicia social y la equidad. Centradas en el desarrollo sostenible y la participación ciudadana, estas sociedades promueven la acción por el clima y la igualdad, impulsadas por el activismo juvenil.
Las sociedades ambientalmente responsables y socialmente justas son aquellas que buscan equilibrar la protección del medio ambiente con la promoción de la justicia social y la equidad.
Sus principales características implican responsabilidad ambiental, justicia social, desarrollo sostenible, participación ciudadana, economía circular, adaptación y mitigación al cambio climático, acceso equitativo a los recursos, entre otros factores.
En resumen, las sociedades ambientalmente responsables y socialmente justas son aquellas que reconocen la interconexión entre el medio ambiente, la justicia social y la economía, trabajando para crear un mundo ambientalmente responsable y equitativo para todos.
A medida que los jóvenes son más conscientes de las crisis mundiales, se produce un cambio en la perspectiva holística de nuestra sociedad. Los jóvenes son cada vez más proactivos a la hora de marcar la diferencia. Esto se ha traducido en un aumento exponencial de su implicación en los cambios socioambientales.
Se puede afirmar que el poder de la generación más joven está ayudando a fomentar cambios fundamentales en las actitudes hacia la humanidad y la naturaleza. Además, como miembros de la generación más avanzada tecnológicamente hasta la fecha, son cada vez más conscientes del impacto negativo que las actividades humanas han tenido en el medio ambiente.
Es importante darse cuenta de que las sociedades ambientalmente responsables y socialmente justas van más allá del concepto básico de cuidar el medio ambiente, sino que tienen directrices que preservan los recursos naturales, piensan en la justicia económica, la igualdad de género, los derechos humanos, el acceso a la educación, la asistencia sanitaria de calidad y la lucha contra todas las formas de discriminación.
Estas sociedades buscan un desarrollo que satisfaga las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades. Esto significa un equilibrio entre el crecimiento económico, el cuidado del medio ambiente y el bienestar social.
Para ello, es fundamental la participación activa de los ciudadanos en las decisiones políticas y sociales. La gobernanza debe ser transparente, responsable e integradora, garantizando que las voces de todos los segmentos de la sociedad sean escuchadas y tenidas en cuenta.
A través de diversos medios, desde el activismo a la iniciativa empresarial, la educación y el voluntariado, los jóvenes desempeñan un papel crucial en la construcción de un futuro mejor para las próximas generaciones y para la sociedad en su conjunto.
De hecho, lo que hemos visto es que los jóvenes a menudo lideran y participan en movimientos que defienden la protección del medio ambiente y la justicia social, y una forma de hacerlo es a través de lo que llamamos abogacía y activismo.
La defensa se centra en hacer algo para apoyar, recomendar o poner en marcha acciones relacionadas con una idea que te preocupa. Esto se debe a que cuando defiendes un tema, haces que los que están en el poder rindan cuentas para garantizar que se protegen y respetan tus derechos.
Además, en este mundo globalizado, los jóvenes pueden colaborar más allá de las fronteras para hacer frente a retos mundiales como el cambio climático y la desigualdad. Esto puede implicar participar en conferencias internacionales, foros en línea y proyectos de colaboración.
Desde esta perspectiva, un proyecto centrado en el cambio responsable con el medio ambiente que merece la pena destacar es el movimiento «Fridays For Future«.
Este movimiento comenzó en agosto de 2018 y representa una ola transformadora en la lucha mundial contra el cambio climático. Liderado y organizado por jóvenes, el movimiento adquirió notoriedad mundial gracias a Greta Thunberg, una estudiante sueca de 15 años que decidió iniciar una huelga escolar a favor del clima.
En respuesta a la inercia de la sociedad ante la crisis climática, Greta Thunberg empezó a protestar frente al Parlamento sueco durante los días lectivos de las tres semanas previas a las elecciones suecas. Su reivindicación era simple: medidas urgentes contra la crisis climática. Al principio, Greta estaba sola, pero pronto se le unieron otros estudiantes. El 8 de septiembre decidieron prolongar la huelga hasta que las políticas suecas se alinearan con el Acuerdo de París, tratando de limitar el calentamiento global a menos de 2ºC.
Así nació el movimiento Fridays For Future, con la creación del hashtag #FridaysForFuture, animando a jóvenes de todo el mundo a unirse a la causa. Este fue el inicio de una serie de huelgas escolares mundiales por el clima.
El llamamiento de Greta y sus colegas tuvo eco en todo el mundo, sensibilizando a la opinión pública internacional. Estudiantes y activistas se unieron a las protestas ante los parlamentos locales y ayuntamientos de todo el planeta.
El principal objetivo del FFF es ejercer presión moral sobre los responsables políticos, instándoles a que escuchen a los científicos y tomen medidas contundentes para limitar el calentamiento global.
El movimiento es independiente de intereses comerciales y partidos políticos y trasciende fronteras. La motivación es el cuidado del planeta y de nuestros vecinos, sustentado en la esperanza de que la humanidad puede cambiar, evitar las peores catástrofes climáticas y construir un futuro mejor.
Las reivindicaciones de los activistas están en consonancia con la Declaración de Lausana de agosto de 2019, firmada por otros 400 activistas climáticos de 38 países, que pide:
1. Mantener el aumento de la temperatura global por debajo de 1,5 °C respecto a los niveles preindustriales.
2. Garantizar la justicia y la equidad climáticas.
3. Escuchar y seguir la mejor ciencia unificada disponible.
4. Crear una vía segura por debajo de 1,5 °C.
5. Justicia climática y equidad para todos.
6. Cumplir el Acuerdo de París.
7. Unirse en torno a la ciencia.
Así que lo que vemos es que esta nueva generación de activistas no sólo está desafiando las normas existentes, sino también inspirando esperanza y acción entre la gente de todo el mundo. Con su pasión, sus conocimientos tecnológicos y su capacidad de colaboración están abriendo el camino hacia un futuro más justo y responsable desde el punto de vista medioambiental. Su compromiso con la causa medioambiental y la justicia social es un poderoso recordatorio de que, cuando nos une una causa común, somos capaces de superar los mayores retos.
En definitiva, la construcción de sociedades ambientalmente responsables y socialmente justas requiere una combinación de gobernanza transparente, responsable e integradora, con la participación e implicación activas de todos los ciudadanos, especialmente de los jóvenes. Con un equilibrio entre el crecimiento económico, el cuidado del medio ambiente y el bienestar social, estas sociedades están allanando el camino hacia un futuro en el que se satisfagan las necesidades actuales sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer las suyas.