En el tejido de la moda contemporánea acecha un oscuro infierno que se extiende desde los desiertos de Chile, entre cuyas dunas se levantan vertederos de ropa usada, hasta Bangladesh, donde la explotación laboral en las fábricas de confección alcanza condiciones inhumanas. La moda rápida, con su producción insostenible y su impacto devastador en el medio ambiente, está sacudiendo los cimientos mismos de nuestro planeta.
¿Qué es la fast fashion?
El término «moda rápida o fast fashion» hace referencia a un modelo de producción y consumo en la industria de la confección caracterizado por ciclos de producción rápidos y frecuentes, con el objetivo de ofrecer a los consumidores productos asequibles lo antes posible. Productos a menudo inspirados en las últimas tendencias de la moda y distribuidos a través de una red global de tiendas físicas y plataformas en línea.
Se trata de un modelo que suele implicar el uso intensivo de recursos -desde la elaboración de los tejidos hasta la distribución de los productos- y puede generar impactos negativos sobre el medio ambiente y las personas, como la contaminación debida a la sobreproducción y a materiales tóxicos y sintéticos como el poliéster y sus derivados.
El principal motor de la moda rápida es una estrategia de marketing que crea un deseo de nuevas creaciones a precios muy bajos, pero que hace que estas prendas sean desechables, tanto por su calidad como por la facilidad con la que pueden sustituirse.
Basura (junk), armarios llenos
En 2023, Will Media y Sky produjeron una docu-serie titulada «Basura (Junk) – Armarios llenos», disponible gratuitamente en YouTube, que nos muestra el abismo en el que la moda rápida está sumiendo al Planeta. El coautor de la serie es Matteo Ward, un joven empresario que se define a sí mismo como un «arrepentido de la moda» y que dejó su trabajo en una famosa marca estadounidense, Abercrombie & Fitch, para fundar, con Silvia Giovanardi y Victor Santiago, WRAD, con el objetivo de concienciar a los consumidores de los costes reales de un producto y darles la posibilidad de elegirlo no sólo en función del precio. Hoy, Ward se ha convertido en un punto de referencia en el campo de la moda sostenible, ayudando a concienciar a la opinión pública sobre los problemas relacionados con la producción de ropa y promoviendo alternativas más ecológicas y libres de género con un formato educativo, que propone en las escuelas: «Atormentados nosotros mismos por las dudas y las preguntas», explican en la presentación del proyecto, «sentimos la necesidad de compartir con todos vosotros las contradicciones de nuestro trabajo y las herramientas que hemos desarrollado hasta la fecha para intentar superarlas». ¿Objetivo común? Redefinir, juntos, el papel de la confección en el siglo XXI».
Atacama, un vertedero al aire libre
Entre los lugares que nos muestra la serie Junk se encuentra el vertedero de ropa que existe en las afueras de Alto Hospicio, en el extremo occidental del desierto de Atacama, desde hace unos quince años. Aparece como un enorme montón en las dunas, formado por todo tipo de ropa, usada pero también nueva, que suma no menos de 40.000 toneladas al año.
Un lugar del que se hicieron eco todos los medios de comunicación del mundo en 2022.
Estas montañas de textiles abandonados no sólo contaminan el paisaje, sino que también liberan sustancias químicas nocivas en el aire y el suelo, poniendo en peligro la salud humana y el ecosistema circundante.
Moda fácil y explotación laboral
¿Qué sigue implicando el bajo precio de la ropa? Materiales baratos y nocivos, pero también mano de obra barata. A miles de kilómetros, las fábricas de Bangladesh bullen de actividad frenética. Aquí, los trabajadores, a menudo mal pagados, se ven obligados a trabajar en condiciones peligrosas e insalubres. Las largas jornadas laborales y la falta de normas de seguridad adecuadas ponen en peligro la vida y el bienestar de miles de personas cada día.
Esto no perdona ni siquiera a los niños. Según el Bangladesh Child Right Forum, unos 3,5 millones de niños bangladeshíes se ven obligados a trabajar para ayudar a mantener a sus familias.
Muchas empresas de moda rápida fabrican en este país del sudeste asiático, entre ellas H&M Group Inditex (propietaria de Zara), PVH Corp, empresa matriz de Calvin Klein, así como Levi’s, Gap, Puma y Abercrombie & Fitch. A pesar de las numerosas importaciones para marcas famosas, los salarios bangladeshíes son de los más bajos del mundo: 8.300 takas al mes. Algo más de 70 euros.
Esto ha provocado numerosas protestas recientemente, con resultado de violencia y muertes entre los manifestantes y la policía.
Las medidas necesarias
La producción insostenible y el consumo irresponsable de moda rápida están contribuyendo significativamente al cambio climático, acelerando la pérdida de biodiversidad y poniendo en peligro la supervivencia de muchas especies. Además, la explotación laboral en las fábricas de Bangladesh constituye una violación de los derechos humanos básicos y contribuye a perpetuar el ciclo de la pobreza.
¿Qué podemos hacer para invertir esta tendencia? Es crucial cambiar nuestra mentalidad como consumidores y optar por una moda más ética y sostenible. Compre con más determinación, apoye a las marcas y empresas que adoptan prácticas de producción responsables y transparentes, y promueva políticas gubernamentales que incentiven la sostenibilidad en la industria de la moda.
Es hora de actuar con determinación y responsabilidad para detener esta espiral de destrucción y trabajar juntos para crear un futuro más sostenible y justo.