Los bosques de la Unión Europea (UE) son un pilar esencial para la biodiversidad, la economía y la mitigación del cambio climático. Sin embargo, enfrentan desafíos importantes que exigen estrategias innovadoras y sostenibles.
Superficie forestal y porcentaje de cobertura
Según las estimaciones de Eurostat para 2020, la superficie forestal y arbolada de Europa asciende a unos 180 millones de hectáreas. En términos porcentuales, esto representa el 45% del territorio de la Unión Europea (excluidos lagos y grandes ríos) y aproximadamente el 5% de la superficie forestal mundial.
Entre los 27 Estados miembros de Europa, los países con mayor superficie forestal son Suecia, Finlandia, España, Francia, Italia y Alemania, lo que representa en total unos dos tercios de los bosques de la UE. De ellos, Suecia destaca como el mayor «pulmón» de Europa, con 30,3 millones de hectáreas, seguida de España (28 millones de hectáreas), que ha invertido mucho en reforestación en la última década, y Finlandia (23,2 millones de hectáreas).
La superficie forestal de la EU-27 ha ido aumentando lentamente en las últimas décadas. Entre 1990 y 2020, la superficie cubierta por bosques y otras tierras arboladas habrá aumentado en 10,2 millones de hectáreas (un incremento global del +6,0 %). Sin embargo, se ha registrado una disminución de la velocidad de crecimiento de los bosques (SoEF_2020).
En términos de cobertura porcentual, sólo dos países de la UE, Suecia y Finlandia, tienen más del 75% de su territorio cubierto por bosques. Fuera de los países escandinavos, Eslovenia tiene el mayor porcentaje de superficie forestal (63%) y Grecia, a pesar de los frecuentes incendios, sigue manteniendo una cubierta forestal del 50%. En el otro extremo, la superficie forestal apenas supera el 10% en los Países Bajos (11,0%), Irlanda (12,3%) y Dinamarca (15,8%) y sólo representa el 1,7% del territorio de Malta. Teniendo en cuenta las diferentes realidades entre los distintos países, el porcentaje medio de cobertura se sitúa en torno al 38%.
A pesar del aumento de la superficie forestal en las últimas décadas, el porcentaje de cubierta forestal no ha seguido la misma tendencia y Bruselas advierte de una pérdida acelerada de la cubierta forestal (SoEF_2020).
Régimen de propiedad forestal
Según datos de Eurostat de 2020, alrededor del 60,3% de los bosques de la UE son de propiedad privada, mientras que el 39,7% restante son de propiedad pública. Portugal destaca en este panorama con el mayor porcentaje de bosque privado de la UE: el 97% del bosque portugués es privado. Sólo Dinamarca (76,3%), Suecia (75,7%), Francia (75%) y el Reino Unido (71,6%) se acercan a estas cifras. En el otro extremo, Polonia y Bulgaria tienen porcentajes muy bajos de propiedad forestal privada (20% y 12,1% respectivamente), lo que refleja modelos de gestión diferentes.
La contribución económica de los bosques
En términos de indicadores económicos, los bosques europeos en su conjunto generan un valor anual de más de 164.000 millones de euros y son responsables de más de 3,5 millones de puestos de trabajo. Proporcionan materias primas leñosas esenciales para diversas industrias, pero también productos no leñosos y una serie de servicios, incluido el ecoturismo, muy importantes para la economía europea (Eurostat 2020).
Principales presiones sobre los bosques europeos
El informe de 2016 European Forest Ecosystems – State and Trends , publicado por la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA), identifica varias presiones significativas que amenazan la salud y la resiliencia de los bosques europeos. Estas presiones, que a menudo están interconectadas, ponen en peligro la biodiversidad, los servicios ecosistémicos y la capacidad de los bosques para adaptarse a los cambios medioambientales. Cabe señalar que sólo el 4% de la superficie forestal de la UE permanece inalterada por la acción humana y que la mayoría de los bosques son seminaturales, es decir, moldeados por la intervención humana.
1º. Cambio climático
El aumento de la frecuencia e intensidad de fenómenos meteorológicos extremos -como sequías, olas de calor, tormentas e inundaciones- ha debilitado los árboles, haciéndolos más susceptibles a plagas y enfermedades. Al mismo tiempo, el cambio climático afecta a los regímenes de incendios forestales, dando lugar a condiciones que aumentan la extensión e intensidad de los incendios en la UE.
2º. Incendios forestales
La pérdida de bosques por incendios ha aumentado en los últimos años. Los incendios aumentaron más del doble (un incremento aproximado del 210%) entre 2016 y 2018 en comparación con la media entre 2004 y 2015. Varios grandes incendios afectaron a varios países europeos en 2017 y 2018, ambos con sequías y olas de calor récord.
Las especies no autóctonas, como el escarabajo asiático de cuernos largos (Anoplophora glabripennis) y el hongo causante de la marchitez del castaño (Cryphonectria parasitica), han causado importantes daños en los bosques europeos. La amplia distribución de las especies invasoras afecta a casi la mitad de la extensión de los ecosistemas forestales, lo que suscita preocupación por el mayor riesgo de que las especies se conviertan en invasoras con el cambio climático.
4º. Fragmentación del hábitat
La fragmentación de los bosques, resultante de la construcción de infraestructuras como carreteras y tendidos eléctricos, afecta a procesos ecológicos como la provisión de hábitats, el flujo genético, la polinización y la dispersión de la fauna. La fragmentación reduce la resistencia de los bosques a presiones como las tormentas, disminuye la biodiversidad y la adaptabilidad de las especies forestales al cambio climático.
5º. Contaminación y enriquecimiento en nutrientes
A pesar de la importante reducción de la deposición de nitrógeno en muchas partes de Europa, esto sigue suponiendo un riesgo de eutrofización para muchas zonas forestales. La contaminación atmosférica, incluida la deposición de nitrógeno y otros contaminantes, sigue afectando negativamente a la salud de los bosques.
6. Gestión forestal insostenible
Las prácticas de gestión forestal, como la tala rasa, la retirada de árboles muertos y la conversión en monocultivos, tienen importantes repercusiones en los hábitats forestales. Sólo el 25% de los hábitats forestales protegidos por la Directiva de Hábitats se encuentran en un estado de conservación favorable, lo que indica la necesidad de prácticas de gestión más sostenibles.
Hacia una gestión forestal sostenible
Ante estas presiones que amenazan a los bosques europeos, el informe European Forest Ecosystems – State and Trends subraya la importancia de unas prácticas de gestión que equilibren las dimensiones ecológica, económica y social de los bosques europeos. Aunque la mayoría de los bosques de la región del EEE están sometidos a algún tipo de gestión, el informe subraya la necesidad de adoptar enfoques más integrados y adaptativos para hacer frente a los nuevos retos:
- Gestión basada en los ecosistemas (GBE): Se propone una gestión que tenga en cuenta todas las funciones de los ecosistemas forestales, fomentando la resiliencia y la capacidad de adaptación de los bosques.
- Gestión adaptativa: se hace hincapié en la necesidad de integrar la investigación y el seguimiento continuos para ajustar las prácticas de gestión a los cambios medioambientales y sociales.
- Compensación por servicios ecosistémicos: Se sugiere implantar mecanismos para recompensar a los gestores forestales por la prestación de servicios como el secuestro de carbono, la conservación de la biodiversidad y la protección de los recursos hídricos.
- Reforzar la investigación: Es necesario profundizar en el conocimiento de los factores que afectan a los bosques, utilizando el modelo DPSIR (Drivers, Pressures, State, Impacts, Responses) para orientar políticas eficaces.
- Formación multidisciplinar: Se subraya la importancia de formar profesionales con una comprensión global de las interacciones entre los bosques y las necesidades humanas, el desarrollo rural y el cambio climático.
Según el análisis del informe, la solución será una gestión forestal que vaya más allá de las prácticas tradicionales, incorporando planteamientos integrados y adaptativos que garanticen la salud y productividad a largo plazo de los bosques europeos.