Cualquier innovación tecnológica ha provocado siempre sentimientos encontrados situándose, en los dos extremos, el entusiasmo por los beneficios que aportan las nuevas posibilidades y el temor a las consecuencias que pueden provocar. La inteligencia artificial (IA), que se utiliza en sectores muy diversos, no es ciertamente una excepción. Ahora también ha entrado con fuerza en el campo de la comunicación, la edición y el periodismo.
Este sector, que ya ha experimentado importantes transformaciones en los últimos años con la transición de la prensa a la web, la difusión de Internet, el impacto de las redes sociales, la sobrecarga de información y la consiguiente tendencia a evitar las noticias (news avoidance), se enfrenta de nuevo a nuevas herramientas y a la necesidad de renovarse y adaptarse a las novedades tecnológicas.
La integración de las tecnologías GAI (inteligencia artificial generativa) en el periodismo está provocando la comprensible preocupación de que la IA pueda socavar el empleo y erosionar la credibilidad del sector, que ya ha disminuido considerablemente en los últimos años.
Por otra parte, los «robots periodísticos» sólo podrían hacerse cargo de las tareas más repetitivas y monótonas, sin sustituir por completo a los redactores humanos, que tendrán que comprobar constantemente lo que produce esta tecnología.
De hecho, los textos generados por máquinas suelen tener numerosos errores y mostrar sesgos y conceptos banales. Otro riesgo es la dificultad de rastrear la fuente de la información proporcionada por una inteligencia artificial generativa, lo que compromete la capacidad de verificar la veracidad de la información. Incluso hasta el punto de encontrarse con referencias bibliográficas, como denunció Vincenzo Tiani durante el último Festival Internacional de Periodismo de Perugia, de artículos o ensayos que en realidad nunca se escribieron.
LA SITUACIÓN ACTUAL
Las herramientas de Inteligencia Artificial que ya se utilizan en las redacciones permiten optimizar los procedimientos de recopilación de noticias, mediante el seguimiento automatizado de acontecimientos y tendencias (en redes sociales, agencias de noticias o comunicados de prensa), y mediante la extracción automatizada de información de grandes contenedores de datos (big data).
También mejora la productividad de los periodistas gracias a herramientas automatizadas como la edición asistida, la transcripción de un audio o un vídeo, la reescritura o el resumen de un texto, y su adaptación al tipo de canal y al público objetivo específico.
La distribución editorial también se beneficia gracias al análisis sistemático de las preferencias de los usuarios, su perfilado basado en el comportamiento y los hábitos de los lectores, también con vistas a las suscripciones.
EN EL MUNDO
En muchas partes del mundo, la Inteligencia Artificial Generativa no es sólo patrimonio de los grandes editores, sino que también se está abriendo camino en las pequeñas redacciones, aumentando la cobertura de contenidos automatizables como resultados deportivos, previsiones meteorológicas y personalización de la experiencia local (un ejemplo es el Diario Huarpe de Argentina).
En algunos periódicos de EE.UU. es un algoritmo el que decide cuándo cobrar a los usuarios por los artículos (Wall Street Journal) y el que intenta predecir las reacciones de los lectores (New York Times), mientras que en Corea del Sur se llega hasta la clonación de conocidos presentadores de televisión mediante DeepBrain AI.
En el Reino Unido, los periódicos tradicionales analizan el comportamiento de los usuarios para desarrollar estrategias de contenidos totalmente basadas en datos (The Times); pero también están surgiendo nuevos servicios automatizados de noticias locales que, gracias a un enfoque «data-driven», son capaces de analizar datos, descubrir historias, generar textos y lanzar miles de estos artículos ya editados cada semana (Reporters And Data And Robots).
EN ITALIA
En Italia se ha empezado a experimentar en grandes realidades, con la redacción semiautomatizada, la implantación de CMS (sistemas de gestión de contenidos -en español) inteligentes y la propuesta de experiencias personalizadas a los lectores.
Desde un punto de vista operativo, la IA se está utilizando para acelerar los flujos de trabajo editoriales, automatizando operaciones como transcripciones y traducciones, generando contenidos basados en datos sin sustituir a los periodistas y, sobre todo, personalizando la experiencia del usuario para fomentar las suscripciones mediante el análisis del comportamiento en línea.
Por el momento, las máquinas no son capaces de escribir artículos de calidad por sí solas. La valiosa contribución de los periodistas sigue siendo insustituible, pero puede convertirse en un papel subordinado a la máquina. Es posible que pronto tengan que integrar en su repertorio las competencias de pilotaje y supervisión de los sistemas de IA.
El proceso de digitalización alcanzó un punto crucial en 2019, cuando los ingresos por publicidad online superaron por primera vez a los de la televisión. Aunque la cuota de ingresos publicitarios en línea se sitúa actualmente en torno al 49%, lo que representa casi la mitad de los ingresos publicitarios totales, es importante señalar que la hegemonía en este sector está firmemente en manos de Google y Meta, que poseen el 80% de los ingresos publicitarios en línea en Italia.
Al mismo tiempo, los medios de comunicación tradicionales están experimentando un declive, evidenciado por una caída significativa de los ingresos totales del sector de los medios de comunicación italianos en 2020, con fuertes reducciones en televisión, radio, periódicos y revistas.
A pesar de este panorama, del mismo informe se desprende un dato intrigante: por primera vez, un sitio de noticias “nativo digital” como Fanpage fue el más visitado, junto con Tgcom24 (21%). Fanpage, que empezó siendo una página de Facebook, es ahora uno de los periódicos más populares de Italia, gracias a su variedad de contenidos, que van desde el entretenimiento a la investigación. Fanpage supera incluso a grandes cadenas como ANSA (que sigue siendo la marca más fiable, con un 73%) y a otros periódicos consolidados.
Otros resultados online positivos los obtuvieron periódicos digitales como HuffPost (9%), Il Post.it (7%) y Open (4%), que, en comparación con los periódicos tradicionales, parecen haber tenido éxito al centrarse en nichos de audiencia que a menudo se pasan por alto. El hecho de que Il Post haya alcanzado los 50.000 suscriptores muestra cómo la audiencia se está convirtiendo realmente en una comunidad.
Este cambio también es evidente en la aparición de nuevas empresas como Chora Media, que ofrecen una experiencia que involucra activamente a la audiencia, haciendo que las historias periodísticas sean más palpables y atractivas.
REGULACIÓN PARA EL FUTURO
Está claro que junto a las potenciales ventajas de esta nueva tecnología vienen riesgos reales, y desde luego no es casualidad que la Unión Europea esté tratando de apurar los plazos para conseguir que se apruebe la AI Act, la normativa comunitaria que debe regular el sector al final de la legislatura y tratar de minimizar sus riesgos.
Los riesgos también están presentes en las aplicaciones periodísticas de la inteligencia artificial. De hecho, aún está por definir el aspecto ético y deontológico de estas herramientas, teniendo en cuenta cuestiones como la autoría de los contenidos, los derechos de autor y la protección de datos personales. Por otra parte, entre los riesgos ya presentes en el uso de la IA, además de la posible vigilancia masiva a través del reconocimiento facial o la actuación policial preventiva a lo «Minority report», la falta de regulación dejaría margen para un posible aumento de la difusión de los prejuicios sociales, los estereotipos y una desinformación más sofisticada y dirigida también a la propaganda.