El hidrógeno es el elemento químico más abundante del universo. Aun así, no existen reservas naturales de hidrógeno en la Tierra. Por ello, puede producirse a partir de combustibles fósiles o de fuentes de energía renovables, como la solar o la eólica.
En la segunda opción, el proceso es mucho más complejo y se basa en la electrólisis, que consiste en descomponer las moléculas de agua (H2O) en oxígeno (O2) e hidrógeno (H2) mediante una corriente eléctrica.
Aquí es donde entra en juego el llamado hidrógeno verde. Cuando se utiliza como combustible, su combustión es limpia y eficiente, ya que sólo produce vapor de agua. Según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), esta solución ahorra cada año hasta 830 millones de toneladas de CO2 en comparación con el hidrógeno producido a partir de combustibles fósiles, el llamado hidrógeno «tradicional». Sin embargo, este proceso de producción conlleva unos costes muy elevados.
(Fuente: Galp)