La normalidad volvió poco a poco tras la emergencia. Queda la incógnita sobre qué provocó que, de repente, se perdieran 15.000 MW de la energía que se estaba produciendo, el 60% del total. En la memoria personal y colectiva quedarán esas horas que mostraron hasta qué punto la electricidad está presente en nuestras vidas.
Todos los españoles recordarán dónde estaban el lunes 28 de abril a las 12:33 del mediodía. En el instante del ‘gran apagón’, una caída del suministro eléctrico de dimensiones históricas. Nunca había sucedido. De golpe nos quedamos sin conexiones, sin neveras, sin trenes, sin metro, sin semáforos, sin pantallas, sin GPS, sin datáfonos… Durante unas horas interminables, la vida dio un salto al pasado. Y cada uno de nosotros tiene su propia historia de esas horas. En algunos casos una historia traumática, como la de los cientos de personas que quedaron atrapadas en ascensores o los miles bloqueados en metros y trenes.
Una vez más, el comportamiento cívico de los ciudadanos y el buen funcionamiento de los servicios públicos —desde los bomberos hasta los centros sanitarios, pasando por las escuelas y la protección civil— mitigaron el impacto de la emergencia. La radio, en forma de los transistores de toda la vida, volvió a demostrar que es un medio de comunicación esencial en momentos de crisis, cuando todos los demás medios se quedan a oscuras.
En la madrugada del martes 29 de abril, Red Eléctrica, la empresa pública que gestiona la red de suministro, anunciaba que se había recuperado más del 90% del servicio. En Cataluña, empezó a volver a partir de media tarde, como una mancha de aceite desde las comarcas del norte. La recuperación más lenta es la del servicio ferroviario, la infraestructura más afectada por el gran apagón. Miles de viajeros han pasado la noche en las estaciones.
El servicio ferroviario en Barcelona sigue sufriendo muchas incidencias debido a la tensión en la red eléctrica. Tras el apagón eléctrico de ayer lunes, Renfe tenía previsto operar hoy con el 60% del servicio de Cercanías, aunque con retrasos en algunas líneas.
En la mañana del martes, el gran enigma seguía siendo la causa del apagón. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, admitió en las comparecencias tras el corte que aún no se conocen las causas exactas de la caída del suministro e insistió en que “todas las hipótesis siguen abiertas”. Sánchez invitó a la ciudadanía “a no especular”. Por el momento, lo que se sabe es que “el apagón comenzó tras una oscilación muy fuerte en los flujos de potencia”, según explicó el presidente. Durante cinco segundos desaparecieron de repente 15.000 MW de la energía que se estaba produciendo, lo que equivale al 60% de la electricidad que se estaba consumiendo en ese momento, según fuentes de Red Eléctrica. Esta descomunal pérdida de generación eléctrica provocó el colapso.
En cuanto a la organización de la jornada laboral del martes, el Gobierno recuerda que “las personas que no puedan acudir a su centro de trabajo por dificultades en los desplazamientos (por recomendaciones de las autoridades o por la limitación de cualquier tipo de transporte público o privado) tienen permisos y derechos garantizados y reconocidos en el Estatuto de los Trabajadores”.
El ‘gran apagón’ nos deja una experiencia personal imborrable y una reflexión sobre hasta qué punto nuestra vida depende de la electricidad. Los mapas en papel, el dinero en efectivo, los transistores, los teléfonos fijos, las linternas… recuperaron, de golpe, un valor que pensábamos que habían perdido. Pero, por encima de todo, la emergencia demostró hasta qué punto es importante contar con unos servicios públicos eficientes en los momentos difíciles.