Una visión necesaria: el ecofeminismo
La mirada ‘biofísica’ de la economía que nos propone el Dr. Paavo Järvensivu no resulta suficiente sin una visión ecofeminista de la vida. El punto de partida es la conciencia de que la especie humana vive encarnada en cuerpos que son vulnerables y finitos. Cuerpos que hay que cuidar a lo largo de toda su existencia y más intensamente en algunos momentos del ciclo vital. El feminismo ha denunciado históricamente la naturalización del cuerpo de la mujer como herramienta para legitimar el patriarcado. Reducidas a cuerpo-máquina, las mujeres han sido sometidas, explotadas y obligadas a responsabilizarse, ellas solas, del cuidado de los cuerpos.
Pero no sólo las mujeres han sido cosificadas por el patriarcado. Todos los humanos lo están desde el momento en que en el capitalismo ninguna persona tiene valor si no se le puede poner precio. Y no tiene precio si no trabaja, si no ha sido mercantilizada. Para el capitalismo, los cuerpos por sí mismos son cargas improductivas. Por lo tanto, prescindibles si no trabajan. Contrariamente, para el ecofeminismo, pero también desde el punto de vista de los derechos humanos, los cuerpos humanos son bienes fondo, como los bienes naturales que proporciona la naturaleza: minerales, fósiles, fotosíntesis, polinización. Y tienen derechos, todos los derechos, por el solo hecho de existir, trabajen, estén mercantilizados o no.
Crisis ecológica y derechos humanos
Además del rápido calentamiento global, la creciente infertilidad del suelo, la pérdida de biodiversidad, las sequías, la acidificación oceánica, la pérdida de capacidad de polinización y de fotosíntesis, el aumento de los desastres naturales y otros peligros ambientales, las sociedades son testigos del aumento de la desigualdad, el aumento del paro, el lento crecimiento económico, el aumento de los niveles de deuda y gobiernos sin herramientas prácticas para gestionar sus economías.
Esta degradación de la vida, de los derechos, también está causada por la creciente crisis ecológica. A medida que los costos ecológicos y económicos del excesivo consumo industrial continúan aumentando, el crecimiento económico constante al que nos hemos acostumbrado está en peligro. Pero los responsables de la política, los políticos, los partidos, no lo reconocen ni aceptan los problemas subyacentes. Tampoco las élites económicas que dominan la economía vigente, el sistema económico capitalista, hacen nada para evitarlo.