El 2 de junio de 1946: las mujeres italianas votan por primera vez
El 2 de junio de 1946 marca una fecha fundamental en la historia de Italia: ese día, mediante un referéndum institucional, el pueblo italiano fue llamado a elegir entre la monarquía y la república, sentando las bases para el nacimiento de nuestra Constitución. Pero, además del valor institucional y simbólico, esta fecha tiene un profundo significado relacionado con el papel de la mujer en la sociedad italiana. Por primera vez en la historia, las mujeres italianas pudieron ejercer el derecho al voto, participando tanto en el referéndum como en las elecciones a la Asamblea Constituyente.
La conquista del sufragio femenino en Italia fue el resultado de un largo y difícil camino. Las luchas por el reconocimiento de los derechos políticos de las mujeres habían comenzado ya en el siglo XIX, pero solo después de la Segunda Guerra Mundial, y gracias también al papel activo de las mujeres en la Resistencia, se creó un contexto favorable al reconocimiento de su pleno derecho a la ciudadanía. El decreto legislativo lugarense n.º 23, de 1 de febrero de 1945, consagró finalmente el derecho al voto de las mujeres, y el decreto posterior, de 10 de marzo de 1946, las hizo elegibles. Así, el 2 de junio de 1946, más de doce millones de mujeres acudieron a las urnas para elegir la forma de Estado y elegir a los 556 miembros de la Asamblea Constituyente.
La participación femenina en esa cita histórica no solo fue numerosa, sino también llena de entusiasmo y conciencia. Los testimonios de la época hablan de colas en los colegios electorales, de emoción y orgullo: muchas mujeres que votaron el 2 de junio de 1946 acudieron a las urnas con sus mejores galas y con una emoción palpable. Algunas habían recorrido kilómetros a pie, otras habían llevado consigo a sus hijos. Para muchas mujeres, el derecho al voto representaba no sólo un reconocimiento formal, sino también una redención tras siglos de exclusión de la vida política. Fue también el comienzo de una nueva etapa en la que las mujeres irían conquistando progresivamente espacios y derechos, a pesar de las dificultades y resistencias.
Las veintiuna mujeres elegidas para la Asamblea Constituyente aportaron experiencias y visiones diferentes: antifascistas, católicas, comunistas, socialistas, pero todas unidas por el compromiso de redactar una Constitución que consagrara la igualdad y la dignidad de todas y todos. Nombres como Nilde Iotti, Teresa Mattei, Lina Merlin y Rita Montagnana permanecen grabados en la memoria colectiva por su contribución a la redacción de artículos fundamentales, como el artículo 3, que afirma la igualdad ante la ley sin distinción de sexo.
Aquel día, 2 de junio de 1946, fue, por tanto, un momento decisivo no solo institucional, sino también social y cultural. Las mujeres italianas, tras haber contribuido de manera decisiva a la Resistencia y a la reconstrucción del país, vieron finalmente reconocido su derecho a participar en la vida democrática. Desde entonces, el camino hacia la igualdad no ha estado exento de obstáculos, pero la votación de 1946 representó un punto de partida imprescindible.
Este tema también ha sido retomado en la reciente película de Paola Cortellesi, «C’è ancora domani» (Siempre nos quedará mañana) , que ha llevado a la gran pantalla una reflexión intensa y conmovedora sobre el papel de la mujer en la sociedad italiana de la posguerra. A través de la historia de una mujer corriente, interpretada por la propia Cortellesi, la película narra el esfuerzo diario de muchas italianas obligadas a vivir entre la opresión doméstica y la discriminación social, pero también su valentía y su determinación para cambiar las cosas. «C’è ancora domani» consigue hacer tangible la tensión de ese momento histórico y la importancia de la conquista del voto femenino, contando no solo el aspecto político, sino también el íntimo y personal de unas mujeres que por fin veían reconocido su valor. La narración de Cortellesi contribuye a mantener vivo el recuerdo de aquella época y a comprender lo importante que sigue siendo hoy en día defender y consolidar los derechos conquistados.

Hoy, casi ochenta años después de aquel 2 de junio, el recuerdo de ese día sigue siendo un pilar de nuestra democracia. Celebrar el 2 de junio no solo significa recordar el nacimiento de la República, sino también rendir homenaje a todas las mujeres que, con valentía y determinación, abrieron el camino hacia una sociedad más justa e inclusiva. Su legado nos recuerda que la participación, la igualdad y los derechos nunca son conquistas definitivas, sino que requieren el compromiso y la responsabilidad de todos.