El cambio climático es una crisis global que amenaza la salud del planeta y afecta gravemente a los ecosistemas y la biodiversidad, especialmente en los contextos geográficos más inestables.
El sur de Italia es una de estas zonas altamente críticas, especialmente por la persistencia de la sequía, que en 2024 alcanzó niveles sin precedentes en la serie histórica y que, según el informe «Sur seco» de Greenpeace y el CNR-Ibe, ha provocado sequía severa o extrema en nada menos que el 29% del territorio, según el Índice de Precipitación Estandarizado (SPI). Las situaciones más críticas se registraron en Apulia, Basilicata, Calabria, Sicilia y Cerdeña.
El estudio puso de relieve que aunque los problemas y fenómenos adversos causados por la sequía son en parte previsibles gracias al análisis de los datos climáticos, sólo se abordan cuando la emergencia ya está en marcha. La escasa capacidad de prevención y ordenación del territorio se corresponde con un riesgo cada vez mayor de desertificación.
Para intentar comprender mejor el fenómeno, recurrimos al CMCC (Centro Euromediterráneo sobre el Cambio Climático), un instituto de investigación independiente y autorizado que elabora estudios y modelos sobre el sistema climático y sus interacciones con la sociedad, promoviendo políticas de adaptación y mitigación basadas en conocimientos científicos sólidos. El Centro tiene su sede en Lecce (Apulia, Italia), pero actúa a escala internacional, fomentando el diálogo entre científicos, responsables políticos y público en general, alentando la colaboración interdisciplinar y garantizando la libre difusión de los resultados de sus investigaciones, respetando la transparencia y la integridad.
El CMCC nos remitió a la Dra. Monia Santini, que dirige el Instituto de Resiliencia Climática de la Fundación Centro Euromediterráneo sobre el Cambio Climático y que, gracias a sus estudios sobre las ciencias de la tierra y la dinámica de los ecosistemas terrestres, ha contribuido a la investigación internacional sobre las interacciones entre los recursos hídricos, los componentes de los ecosistemas y el clima.
Para empezar, le pedimos al Dr. Santini que nos explique si el cambio climático afecta a la disponibilidad de recursos hídricos en el sur de Italia y de qué manera, y si hay zonas en riesgo de desertificación.
La península italiana está situada en la cuenca mediterránea, que es una zona con riesgo de degradación del suelo hasta el punto de desertificación. Aquí hay que distinguir primero entre los dos términos: la degradación del suelo indica cuándo la tierra empieza a perder productividad debido a factores tanto climáticos como relacionados con las actividades humanas. El término desertificación se utiliza cuando un territorio ya degradado, como una zona árida o semiárida, pierde totalmente la productividad; por tanto, cuando la situación se vuelve irreversible.
Aproximadamente 1/5 del territorio italiano está afectado por el fenómeno de la degradación del suelo. En el sur, están en peligro sobre todo Cerdeña, Sicilia, Apulia y Basilicata, y en menor medida Calabria. El fenómeno es muy complejo y no sólo está relacionado con la falta de lluvia. Cuando falta humedad en el suelo para sostener la vegetación, significa que hemos pasado de la sequía agroecológica a lo que se llama sequía meteorológica (falta de lluvia) y luego sequía hidrológica, es decir, cuando falta agua en las masas de agua superficiales y subterráneas.
Masas de agua que a su vez tienen dinámicas muy diferentes en el tiempo: las superficiales reaccionan más rápido a la falta de lluvia, las subterráneas más lentamente.
En este contexto de crisis climática mundial, ¿cuál puede ser el esfuerzo colectivo para adoptar soluciones sostenibles que preserven los ecosistemas y la biodiversidad?
Por nuestra parte, en el CMCC nos ocupamos principalmente de la modelización y recopilamos una gran cantidad de datos necesarios para validar los modelos. Al estudiar cuestiones relacionadas con la desertificación, es muy importante fijarse en los aspectos cualitativos y no sólo en los cuantitativos. Cuando pensamos en la degradación de la tierra, inmediatamente la relacionamos con la escasez de agua. Pero en realidad, los aspectos cualitativos del recurso también son importantes y se reconoce que la agricultura está entre las causas de contaminación de los acuíferos, tanto superficiales como subterráneos. Desempeña un papel muy importante porque con el uso de fertilizantes, el uso de pesticidas, algunas actividades de gestión de la tierra para la agricultura ponen obviamente en peligro los recursos hídricos. Así que no se trata sólo de que falte agua, sino también de que el agua no tenga las cualidades adecuadas para ser utilizada. Por cierto, vuelvo a enlazar con el cambio climático: lo que estamos observando es una intensificación, una mayor frecuencia, de los fenómenos extremos y, sobre todo, de la alternancia entre fenómenos extremos de baja disponibilidad de agua, es decir, sequía, y fenómenos opuestos que son, en cambio, lluvias torrenciales e inundaciones. Pues bien, cuando estos dos extremos se alternan más estrechamente y por lo tanto no hay un periodo normal entre ellos, el recurso hídrico puede verse muy afectado porque cuando hay poca agua hay una mayor concentración de nutrientes y elementos químicos, entonces cuando llega la inundación, y por lo tanto las fuertes lluvias, puede haber una proliferación de algas que haga que el agua ya no sea utilizable, o que los contaminantes se extiendan de forma incontrolada.
¿Qué se puede hacer?
La política y la ciencia deben dialogar más. En diciembre del año pasado se aprobó el Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático, que contiene diversas medidas para los recursos hídricos; muchas son prácticas, como la construcción de diques y la protección contra las inundaciones. Otras están basadas en la naturaleza, es decir, soluciones que pretenden restaurar el ciclo del agua aprovechando las funciones de los ecosistemas. Por último, hay iniciativas de difusión de información y sensibilización para proteger los recursos hídricos.